Il grande uccellino (2020)
dos piezas para trombón bajo
Boris Alvarado
El mundo alado en una realidad interior, vuelos, alas, pájaros, son no tanto expresiones del mundo real como sí, manifestaciones objetivadas del mundo interior en donde expongo a los pájaros a un constante riesgo de caer, aunque en cada intento de caída, presenciamos siempre un ascenso, un triunfo. Las constantes tentaciones que deben vencer los pájaros nos lo confirman, pues cada valle que deben atravesar consiste en pruebas que deben superar. De modo que, cada vez que las aves creen caer, están realmente superando lo que cada valle significa y la ascesis practicada les permite alcanzar un inevitable ascenso.
Este ascenso tiene la forma de un movimiento concéntrico, en el que el mismo vuelo va ahondando en lo interior. Aquí el sonido ave, que durante toda la obra se escuchaba en el ambiente exterior, se encuentra ahora en el interior, específicamente en su cerebro.
El gran pájaro, siendo vidente de un sonido secreto, asemeja su voz a lo gutural de los pájaros, pues nuestro protagonista es realmente un “azor”, un ave. El secreto del lenguaje es descubierto en los fonemas finales, que es también el poeta pájaro. Y es que efectivamente la imagen del vuelo y el canto de pájaros nos vienen dados de una tradición en la que la interioridad se constituye en el escenario ideal para encontrar la verdad. El carácter aéreo del poema y la idea de un viaje por los cielos. Las aves, por su carácter migratorio, acarrean con ellas la misión de ser mensajeras y también, portadoras de buenos o malos augurios. Gracias al vuelo, es que podemos conocer las verdades espirituales que se nos presentan.